No estamos sólos en esta vida.
A nuestras familia de sangre y nuestra familia espiritual, a los amigos compañeros y colegas, a los vecinos, comunidad y a todos las colectividades que pertenecemos debemos incluir también a nuestros ancestros.
La cultura occidental no suele reconocer esta dimensión sistémica. Creo que es en gran medida al individualismo excacerbado y a la negación de la muerte que debemos este olvido injusto y triste (sé que yo he participado de ello la mayor parte de mi vida).
Otros factores también importantes son la aceleración y la fascinación del cambio que nos lleva a despreciar lo anterior, lo “antigüo”, lo pasado, proyectándonos locamente hacia el futuro y la ilusión de estar, de alguna manera, “creando” permanentemente un nuevo mundo que necesita constituirse a partir de la negación de lo anterior. El rechazo de las formas autoritarias y asfixiantes de ciertas modalidades del conservadurismo y la imposición de algunas caricaturas de la “tradición” utilizadas como herramientas ideológicas y de control social también meten en la misma “bolsa” a todo aquello que hemos recibido de las generaciones pasadas que con su esfuerzo, sus sueños, sus penurias y alegrías, su confianza en el futuro permiten que nosotros estemos aquí, para seguir intentándolo, para nosotros y nuestros descendientes.
Mirar para atrás y verlos en esa misma lucha por la vida me reconforta, me da valor y renueva mi fé en nuestra capacidad de sobrellevar hasta las circunstancias más adversas. Cuando vemos la locura, la crueldad, el desprecio por la vida, las enormes dificultades de todo tipo que han tenido que enfrentar nuestros ancestros, nos damos cuenta del milagro que es estar hoy aquí y cuánto tenemos también que agradecer y agradecerles.
La cultura occidental no suele reconocer esta dimensión sistémica. Creo que es en gran medida al individualismo excacerbado y a la negación de la muerte que debemos este olvido injusto y triste (sé que yo he participado de ello la mayor parte de mi vida).
Otros factores también importantes son la aceleración y la fascinación del cambio que nos lleva a despreciar lo anterior, lo “antigüo”, lo pasado, proyectándonos locamente hacia el futuro y la ilusión de estar, de alguna manera, “creando” permanentemente un nuevo mundo que necesita constituirse a partir de la negación de lo anterior. El rechazo de las formas autoritarias y asfixiantes de ciertas modalidades del conservadurismo y la imposición de algunas caricaturas de la “tradición” utilizadas como herramientas ideológicas y de control social también meten en la misma “bolsa” a todo aquello que hemos recibido de las generaciones pasadas que con su esfuerzo, sus sueños, sus penurias y alegrías, su confianza en el futuro permiten que nosotros estemos aquí, para seguir intentándolo, para nosotros y nuestros descendientes.
Mirar para atrás y verlos en esa misma lucha por la vida me reconforta, me da valor y renueva mi fé en nuestra capacidad de sobrellevar hasta las circunstancias más adversas. Cuando vemos la locura, la crueldad, el desprecio por la vida, las enormes dificultades de todo tipo que han tenido que enfrentar nuestros ancestros, nos damos cuenta del milagro que es estar hoy aquí y cuánto tenemos también que agradecer y agradecerles.
Honra y Honor a todos ellos! Los llevamos en el corazón.