"No hay manera de librarse de la autocompasión de una vez por todas. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así, cada vez que se presenta la ocasión, la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia. Las fachadas se cambian modificando los elementos que las componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merecedor de mejores condiciones y de mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de sus propios actos que lo condujeron al estado que suscitó su autocompasión.
Cambiar la fachada de la autocompasión significa sólo que uno ha asignado un lugar secundario a un elemento que antes era importante. La autocompasión continúa siendo un rasgo prominente pero ahora ha pasado a un segundo plano. Al igual que la idea de la propia muerte inminente, la idea de la humildad del Guerrero o la idea de la responsabilidad por los propios actos estuvieron durante una época en un segundo plano sin ser nunca utilizadas hasta el momento en que se convirtió en Guerrero.
Los Videntes han descubierto que la sacrosanta importancia personal no es más que autocompasión disfrazada."
Cambiar la fachada de la autocompasión significa sólo que uno ha asignado un lugar secundario a un elemento que antes era importante. La autocompasión continúa siendo un rasgo prominente pero ahora ha pasado a un segundo plano. Al igual que la idea de la propia muerte inminente, la idea de la humildad del Guerrero o la idea de la responsabilidad por los propios actos estuvieron durante una época en un segundo plano sin ser nunca utilizadas hasta el momento en que se convirtió en Guerrero.
Los Videntes han descubierto que la sacrosanta importancia personal no es más que autocompasión disfrazada."
Don Juan Matus