Don Juan definía el silencio interno como un estado natural de la percepción humana en el que los pensamientos se bloquean, y en el que todas las facultades del hombre funcionan desde un nivel de conciencia que no requiere el funcionamiento de nuestro sistema cognoscitivo cotidiano.
Don Juan asociaba al silencio interno con la oscuridad, debido a que la percepción humana cae en algo que se asemeja a un hoyo negro, cuando se la despoja de su compañero habitual, el diálogo interno, que es una versión silenciosa del proceso cognoscitivo. El cuerpo funciona como siempre, pero la conciencia se agudiza. Se toman decisiones instantáneamente, y éstas parecen surgir de un tipo de conocimiento especial en el que los pensamientos no se verbalizan. Los chamanes del México antiguo, quienes descubrieron y utilizaron los pases mágicos que son el núcleo de la Tensegridad, creían que la percepción humana es capaz de alcanzar niveles indescriptibles cuando funciona bajo la condición del silencio interno. Incluso aseguraban que algunos de esos niveles de percepción pertenecen a otros mundos, los cuales, creían, coexisten con el nuestro; mundos que son tan inclusivos como aquel en que vivimos; mundos en los que podemos vivir o morir, pero que son inexplicables en términos de los paradigmas lineales que el estado habitual de la percepción humana emplea para explicar el universo.
Carlos Castaneda - El Silencio Interno (Libro Púrpura)