om mani peme hum
Hay una historia deliciosa de este Mantra (amado por los tibetanos) que también habla del valor de la intención y la pureza de corazón. La resumo a continuación...
(La versión completa pueden verla en Dharma Haven)
Un docto y aventajado estudiante de las escrituras, queriendo darle un broche de oro al final de sus estudios, decide visitar a un famoso ermitaño que vivía en una isla en medio del lago (como en la maravillosa "Primavera, verano, invierno, otoño y primavera"). Cruza las aguas en bote y tras los saludos de rigor, pregunta al hombre en qué consistía su práctica. El modesto hombrecillo contestó que dedicaba todas sus horas a repetir el Mantra Om Mani Peme Hum, y el estudioso horrorizado vió que el hombre lo pronunciaba equivocadamente. El ermitaño, muy agradecido por la corrección, se quedó repitiendo el mantra con la pronunciación recién aprendida, mientras el profesor apresuradamente volvía a la otra orilla, pensando "Qué pena, toda una vida desperdiciada por un error... afortunadamente lo pude corregir, para que lo intente mejor...". En ese momento oyó sorprendido la voz del ermitaño a su lado "Discúlpeme Maestro, pero no recuerdo cómo terminaba el Mantra..." "Usted puede pronunciarlo cómo quiera!" contestó él, conmocionado, "Gracias Maestro" respondió el ermitaño, que ya se volvía caminando sobre el agua hacia la isla.
He visto en la WWW una versión cristiana de este cuento en el que los protagonistas son unos isleños "evangelizados" por un Obispo. Al pasar años después por la isla, descubre que la oración que practicaban para dirigirse a Dios en lugar del "Padre Nuestro" era "Yo soy tú y tú eres yo". Nuevamente tuvieron que caminar sobre el agua hasta el barco del Obispo para que les refrescara la versión corregida de la oración.
He visto en la WWW una versión cristiana de este cuento en el que los protagonistas son unos isleños "evangelizados" por un Obispo. Al pasar años después por la isla, descubre que la oración que practicaban para dirigirse a Dios en lugar del "Padre Nuestro" era "Yo soy tú y tú eres yo". Nuevamente tuvieron que caminar sobre el agua hasta el barco del Obispo para que les refrescara la versión corregida de la oración.